jueves, 14 de agosto de 2008

La bestia hambrienta

Oculto bajo la niebla de un bosque de Armanatos, permanece recostada la figura de un hombre. Inconsciente no sabe del peligro que se aproxima, una bestia lo olfatea de pies a cabeza saboreando su jugosa carne y es en este momento en el que no se si jugarme la vida salvando la de aquel hombre o simplemente alejarme para no observar tal festín, opte por lo segundo pero mi morbosa y enferma mente me gritaba que aguardase a ver el inicio de semejante forma de perder la vida.

No fue tanta la espera pero la impresión fue enorme, no fue bestia si no hombre quien ataco primero y después de una lucha en la que no podía distinguir cual era hombre y cual bestia. Decidí ayudar no por auxiliar a ese hombre, fue mas bien para darle a mi estomago esa paz que no había conseguido días atrás, y, así; el festín no fue para una si no para dos bestias.